En la familia, en la escuela y en la sociedad… necesitamos integrar los valores.

Paciencia y perseverancia

Paciencia y perseverancia, virtudes para aprender y enseñar

Aprender y enseñar algunas cosas requiere cierta habilidad especial, casi todos los  valores y determinadas destrezas son el fruto de la constancia, de la dedicación. Necesitan evolucionar de manera especial, dando un paso a la vez… y para dar un paso a la vez necesitamos aligerar la marcha, inspirar más profundo, para reconocer un camino y avanzar en él con precisión.

A primera vista nos caracteriza la prisa, la velocidad está a la orden del día. Con ella resignamos sin querer cosas que necesitan echar raíces, las que necesitan su tiempo. Esas que adquieren maestría con la constancia y una actitud perseverante. Quizás sean las más ricas porque nos disciplinan a nosotros mismos. No es todo ahora, no es todo ya. Y cuando nos proponemos avanzar en temas como los valores, las buenas actitudes, la convivencia sana y todo lo demás debemos tener la paciencia y la constancia de quien desanda un camino, para proyectar la marcha sobre otro.

Nos acostumbramos a festejar los logros a corto plazo pero fuimos perdiendo la paciencia de sembrar para después, de proyectar más lejos que hoy, más lejos que mañana… Tan apurados se nos distrae fácil lo valioso. A tanta velocidad se acorta la posibilidad de traer más de las cosas que implican cambios profundos.

Lo hacemos con nosotros mismos, y sin querer a veces lo exteriorizamos en nuestra enseñanza. Sabemos que es fácil memorizar para hoy, casi casi… con la ilusión de haber conseguido en nuestros pequeños un aprendizaje definitivo y contundente, cuando en realidad guardamos sólo en la memoria que olvidará pronto datos, cifras y un par de algoritmos oportunos. La prueba no deja muchas dudas, de un año a otro ¿Cuánto podemos preguntar a nuestros alumnos que recuerden?

tender la mano a los niñosEl desafío más grande para nosotros es lograr que ellos aprendan todo eso que requiere tiempo, que requiere una mirada intensa, que los vuelve capaces, que los integra con lo más importante de su existencia. Esas virtudes que les otorgan capacidad para juzgar, para determinar cuando es tiempo de sembrar, y les da la habilidad de asegurar que su fruto, a tiempo, sea perfecto. Saber observar con profundidad y darles la oportunidad de saber dónde encontrar respuestas tendrá para ellos mucho más valor que cientos de palabras memorizadas, que a veces no pueden recordar ni como se escriben correctamente. Los aprendizajes se tornan significativos cuando tienen un sentido, no el que le damos nosotros; sino el sentido que encuentran en él nuestros niños.

Tomar el tiempo suficiente para ayudarlos a encontrar este sentido tiene la ventaja de asegurar aprendizajes verdaderos, leer, escribir o realizar cálculos se presentan como una finalidad cuando son sólo una herramienta de conocimiento y desempeño. Deben saber más de sí mismos, más de su mundo, más de su entorno para darle a su aprendizaje un propósito mucho más valioso. Viviendo cada día a toda velocidad difícilmente podamos encontrar cosas nuevas de la profundidad que quisiéramos. Si no las encontramos para nosotros ¿Cómo podríamos transmitirlas…? Esperamos resultados y respuestas hoy, nos cuesta sostener en el tiempo las metas ¿Cómo reflejaremos así la perseverancia para alcanzar objetivos más profundos?

Hay en particular un pequeño cuento (muy conocido) que me gusta mucho, porque deja al descubierto estos aspectos. Lo transcribo, creo que es especial, tanto para los docentes como para los padres, posiblemente ayude a reflexionar sobre las bases más importantes sobre las que sentamos la habilidad de enseñar: la paciencia y la perseverancia…

Cuento del bambú japonés

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego. También es obvio que quien cultiva la tierra no se detiene impaciente frente a la semilla sembrada, y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita sea! Hay algo muy curioso que sucede con el bambú y que lo transforma en no apto para impacientes:
Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece… ¡más de 30 metros!

¿Tardó sólo seis semanas crecer?

No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

bambú japonésSin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.

Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.

De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo…

…en esos momentos de frustración debemos recordar que todo tiene su ciclo de maduración, y que regar la semilla incansablemente es tarea del buen agricultor.

Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.

El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.
Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.
Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia… tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación es parte del ciclo de crecimiento… si no ves los resultados inmediatamente, ten paciencia, es el tiempo que toma en desarrollar sus raíces…

Autor desconocido.